domingo, 27 de diciembre de 2015

EUSKALHERRIA VOTÓ POR EL CAMBIO Y EL DERECHO A DECIDIR.


Los sobresalientes resultados de Podemos en la CAV y en Nafarroa, son fruto, sobre todo,  del deseo mayoritario de la sociedad vasca por incidir en el cambio político del Estado. En ese sentido, se pueden entender  como un voto anti Rajoy  y no tanto como el apoyo incondicional a un partido todavía con una escasa implantación sobre el terreno, y que incluso tuvo una importante crisis interna poco antes de los comicios.
Sin embargo, Podemos supo jugar bien sus cartas, dejó muy clara su apuesta por el derecho a decidir -incluido un referéndum vinculante- y se posicionó a favor del cambio de la política penitenciaria, ambos temas muy sensibles entre el electorado abertzale y que finalmente provocaron el trasvase de votos desde EH Bildu. 

Este trasvase no sólo ha sido mérito de Podemos sino también demérito de EH Bildu, que ha realizado una campaña de bajo perfil, confiando, -demasiado como se ha visto- en la tradicional fidelidad de su electorado.
Pero, el problema de fondo que viene arrastrando esta coalición, es no ser capaz de liderar las ansias de cambio social del electorado progresista en Euskalherria, al no haber sabido  definir  con claridad la soberanía en función del cambio social: enredándose por el contrario en guiños al PNV, e incidiendo casi exclusivamente en mensajes soberanistas/identitarios.
En cambio, sectores netamente nacionalistas,  pero más conservadores en lo social, parecen haberse inclinado por el PNV, que también ha recogido el voto de electores conservadores no nacionalistas, hastiados de la radicalidad del PP (visualizada con la dimisión de Arantza Quiroga) y contentos con la gestión económica de los jeltzales.
EH Bildu, ha querido hacer en campaña una copia del proceso catalán sin estar preparados para ello,  ni contar con el apoyo del PNV, que de momento no tiene ninguna intención de seguir los pasos de Artur Mas.
Además,  la estructura en forma de coalición, que en algún momento funcionó muy bien, resulta ahora mismo un lastre para que la Izquierda Abertzale asuma el liderazgo del soberanismo “desde abajo y a la izquierda”, rompiendo de una vez sus “lazos edípicos” con el PNV.
Hipnotizados por el proceso catalán, no han aclarados sus propias dudas sobre si son ERC  o  Las CUP,  y no parecen haber entendido que las realidades catalana y vasca son muy diferentes.
No podemos obviar tampoco el acoso policial y judicial  que sigue sufriendo EH Bildu, algo que dificulta los procesos de cambio internos; sometidos además como están al chantaje que el Gobierno del PP les hace con los presos vascos utilizados como rehenes.
Esta situación, claramente antidemocrática, ha provocado cada vez más graves disensiones internas en la Izquierda Abertzale; y la preocupante aparición de sectores nostálgicos de la estrategia político militar, que pueden ir en aumento si no hay cambios relevantes en política penitenciaria. El PP sabe esto y juega a debilitar así a la Izquierda Abertzale, y parece que en esta ocasión lo ha conseguido.
En cualquier caso lo que resulta innegable es la tendencia a la baja  de los grandes partidos estatales tradicionales, que siguen en caída libre, y la irrelevancia del “fenómeno ciudadanos” que no logra representación alguna en Euskalherria. La excepción a esta tendencia es paradójicamente navarra, donde la coalición UPN/PP aguanta mejor, aunque también aquí Podemos logra muy buenos resultados frente a EH Bildu y Geroa Bai.
A nadie se le escapa tampoco la proximidad de las elecciones autonómicas en la CAV para otoño, y también la posibilidad de su adelanto por parte del Gobierno Vasco para imposibilitar que se presente Arnaldo Otegi como candidato a lehendakari.
En cualquier caso, sean adelantadas  o no, aparece por primera vez  en el panorama la posibilidad de un eje de izquierdas  a favor del derecho a decidir (Podemos y EH Bildu) con serias opciones de triunfo electoral si son capaces de gestionar de forma inteligente sus diferencias y sus puntos de encuentro.


sábado, 5 de diciembre de 2015

VERTIGO ELECTORAL


Se percibe cierta desmoralización, o decepción, por parte del electorado español de izquierdas ante los resultados de las encuestas sobre los resultados electorales a las Cortes y el Senado.
Quizá sea porque se habían exagerado las expectativas e importancia de esta contienda electoral, o porque también en estos sectores va calando la fina lluvia de desprestigio que los medios arrojan sobre Podemos.
Otro elemento a tener en cuenta es la decepción ante la incapacidad para establecer alianzas electorales globales entre este partido e IU, sobre todo después de amagar con ellas durante mucho tiempo.
Desde el lado interno de la cuestión, también puede influir la percepción, entre parte de la militancia, de un viaje al centro que para algunos ha traspasado líneas rojas; y quizá, ciertos tics "autoritarios" por parte de la dirigencia del partido liderado por Pablo Iglesias.
Sin embargo, estos sentimientos de derrota quizá sean todavía prematuros, pues las espadas están aún altas en el campo electoral.
Según escribo estas líneas, la última encuesta -tan sospechosa como las demás- indica que el porcentaje de voto de Podemos e IU suma el 22,3% del electorado, en empate técnico con el resto de grandes formaciones estatales, así que sería bueno esperar a las elecciones y ver qué sucede antes de "tirarse al rio" de la desesperanza, y no sólo por eso, y sobre todo no sólo por eso.
Por un lado, la descomposición del régimen del 78 continúa a buen ritmo en las "periferias nacionales" de la península, especialmente en Cataluña, pero sin olvidar tampoco a Euskalherria, donde el fenómeno Ciudadanos es inexistente y los grandes partidos estatales siguen en caída libre, con la excepción de Podemos.
Más temprano que tarde, las élites del régimen tendrán que afrontar esta situación y del "conflicto nacional" pueden surgir oportunidades de cambio también en lo social, como estamos ya viendo en Cataluña. Este cambio puede darse tanto en las "naciones de la periferia" como en el resto del Estado español, gracias a la profundización de la democracia y la participación popular en el diseño social/territorial.
Además, el cambio de mentalidades que supuso el 15M, no se limita al crecimiento de determinada fuerza política. Parte de la población española se ha empoderado, ha cambiado su manera de ver las cosas públicas, y ha superado la idea de que la única política y economía posible es la neo liberal, tomando conciencia de que PP y PSOE (y ahora también Ciudadanos) son parte de ella.
Y lo que es más importante, sectores significativos han pasado de las palabras a los hechos y se han organizado en movimientos sociales de todo tipo, que funcionan en muchos casos al margen de lógicas electorales y que suponen el verdadero motor del cambio social.

La aparición del vigoroso movimiento municipalista por el cambio en las principales ciudades del Estado, es una de las expresiones políticas de ese cambio profundo, que ya está aquí.

Examinemos también las experiencias de fuera para aprender. En América Latina y en Grecia, hemos descubierto cómo la llegada al gobierno de partidos "progresistas" no ha sido suficiente para garantizar cambios sociales profundos y duraderos.
Syriza "ha tenido" que tragar con las ruedas de molino de la Troika y en el sur americano se ven claras muestras del agotamiento de un modelo, que muestra así sus carencias internas y sus debilidades ante los cambios de la economía mundial y los ataques de los mercados.
No olvidemos nunca que la verdadera fuerza del cambio es el pueblo organizado: de abajo arriba, gracias al aumento de la conciencia y el compromiso social, a la consolidación de la riqueza y diversidad de los movimientos sociales, a la profundización democrática en lo local…
Si lo olvidamos, podría pasar (no sería la primera vez) que la vanguardia, en pleno fragor de la batalla política, vuelva la cabeza para arengar a las masas que supone la siguen, y descubra -aterrada- que todos se han marchado a ocuparse de sus asuntos.