La detención y posterior puesta
en libertad -en algunos casos con cargos- de 17 jóvenes, en la denominada
“operación araña” tiene todos los ingredientes de un “montaje policial”.
De una parte, se detiene a un
grupo de jóvenes que no tienen relación entre ellos, pero a los que se agrupa
en una operación conjunta, a la manera de las que se llevan a cabo contra redes
“delincuenciales” en Internet. Es decir, una operación contra una red que no
existe.
Por otro lado, a los detenidos se
les acusa de forma genérica de exaltación del terrorismo; aunque,
paradójicamente, en estos momentos no
hay terrorismo alguno que exaltar.