Quien
tiene el riñón cubierto asegura -por activa y por pasiva- que la crisis hay que
entenderla como una oportunidad.
Más
allá del cinismo de esta idea, es innegable que -efectivamente- lo que llaman
crisis es una oportunidad. Una oportunidad para que las élites reconfiguren sus
estrategias de dominio, cambiando algunas de ellas para mantener su poder.
Las
élites españolas -divididas en clanes con intereses contrapuestos en lo
particular pero coincidentes en lo general- consideran que la crisis puede ser
una buena oportunidad para aumentar su poder y fortuna.