jueves, 26 de noviembre de 2015

3 DE MARZO, IGLESIA Y DERECHOS HUMANOS


Se imaginan ustedes que un partido político -o una institución pública- se negara a recibir a una asociación de víctimas del terrorismo que se lo solicitara de forma respetuosa y reiterada.
El escándalo sería monumental: lloverían merecidas críticas en los medios de comunicación,  y el resto de formaciones o instituciones condenaría de inmediato ese inaudito proceder.
Pues bien, ni más ni menos, eso es que lo está sucediendo en Vitoria. El Obispado de la ciudad, más en concreto su vicario, se niega repetidamente a recibir y reunirse con la asociación de víctimas del 3 de Marzo: víctimas de violencia de motivación política  reconocidas por el Gobierno Vasco, el Parlamento Vasco,   La DFA, y el Ayuntamiento de Gasteiz.
Desde la asociación 3 de Marzo se solicita reunirse para consensuar  cómo utilizar un trocito de “su” iglesia  - la Iglesia de San Francisco, donde se produjo la masacre del tres de marzo de 1976-  para realizar una intervención artística, que es  parte de un memorial más amplio  cuando se cumplen 40 años de la masacre.
Los responsables eclesiásticos responden negándose incluso a tratar la cuestión,  con una actitud de orgulloso desdén patrimonialista, que se aleja tanto de los valores que enseña el evangelio  como del respeto a los derechos humanos de todas las personas, sean creyentes o no.
Se han parado a pensar los responsables de la Diócesis, que este proceder podría ser entendido como causante de doble victimización hacia las víctimas, sus familiares y allegados: una figura del Derecho Internacional de DDHH, que en algunos casos puede incluso ser causa de responsabilidades penales.
Entendiendo, que el rechazo  hacia su razonable solicitud  supone un menosprecio y una ofensa,  pudiendo ocasionar daños morales y añadir sufrimiento a las víctimas, que así ven negado su legítimo derecho a la verdad, justicia y reparación;  mientras que se menoscaba también el derecho de la sociedad a  la memoria colectiva de lo sucedido.
¿Dónde está la humildad que propugna el Papa Francisco? ¿Dónde queda el compromiso de la Iglesia con los desfavorecidos, con las víctimas?.. Afortunadamente, estoy seguro de que esta actitud, que nos retrotrae a un pasado que creíamos ya superado, corresponde en exclusiva a un pequeño grupo de eclesiásticos,  y ni mucho menos al  conjunto de los sacerdotes,  creyentes y/o practicantes de Gasteiz.
Volver a Trento -o al nacional catolicismo-  no parece de recibo en estos tiempos; aunque la idea de que el templo, en vez de ser un lugar abierto de acogida,  sea el patrimonio particular de determinados cargos eclesiales parece ir en esa línea.  
Podría continuar, desde otra perspectiva, considerando que ya que la Iglesia recibe de la administración un trato favorable en la cuestión impositiva, como en el caso del IBI -que no paga-,  podría por lo menos colaborar con las instituciones públicas  cediendo una insignificante parte de su cuantioso patrimonio para una actividad apoyada por el conjunto de instituciones  de la ciudad, de las  formaciones políticas, y  la inmensa mayoría de la ciudadanía que considera a las víctimas del 3 de marzo como suyas.
Sin embargo, prefiero terminar  apelando al espíritu evangélico de los responsables de la diócesis -y en particular de su vicario señor Fernando Gonzalo Bilbao-  para que reconsidere su actitud desde la humildad y el respeto a los derechos humanos, que estoy seguro profesa; y acceda a reunirse con la asociación de víctimas del  3 de Marzo para iniciar un diálogo constructivo que ponga fin a este desafortunado episodio desde el consenso y el respeto mutuo.
Juan Ibarrondo



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