martes, 4 de octubre de 2011

LA ARIZONA VASCA

Se cuenta que fue Alfonso XIII  quien acuño el calificativo de “la suiza vasca” para referirse al valle alavés de Aramaio. Tal vez ahora no pensara lo mismo, pues una fea cicatriz  estropea el paisaje como resultado de las obras del TAV; una infraestructura -por cierto- que cada vez se muestra más irracional.
Hoy en día, en cambio, Araba se parece cada vez más a la salvaje Arizona. En los Montes de Vitoria han levantado una macro cárcel que nada tiene que envidiar a las instaladas en la América profunda. Allí, los gobiernos de los Estados de la Unión se pelean por ser elegidos para albergar estas cárceles, visto el decaimiento del negocio inmobiliario. Allá, como aquí,  nuestros respectivos Tea Party proponen volver a los tiempos del far west, y cambian ayudas sociales por instalaciones penitenciarias.
 
El que vale, vale, y el que no a la Michelin, se decía hace años. Cambien ustedes -por razones obvias- Michelín por  cárcel de Zaballa; y tal vez hayan dado con la clave de unas instalaciones donde caben más presos que toda la población reclusa vasca actual.

Atrás quedaron sueños de búsqueda de alternativas a la cárcel. Si incluso iniciativas de eficacia probada -como los pisos de acogida a personas presas de Salhaketa- se ponen en entredicho; si el propio paisanaje se niega a que pongan un “centro de inserción” en la ciudad… no hablemos ya de cuestionar el papel de la cárcel para la inserción social.

Pero, si me permiten seguir con la comparación odiosa, la cosa no queda ahí. Mientras que, en Arizona, el polémico sheriff Joe Arpaio persigue incansable emigrantes ilegales por desiertos y praderas; aquí se pone en marcha la policía del padrón y se limitan los derechos de los foráneos.
Vuelven las “caenas”, los grilletes y la bola de hierro atada al tobillo. El bueno será Lucky Luke y los malos los hermanos Dalton, en la nueva Arizona vasca.