«Los escritores tenemos la labor de pensar en cómo puede cambiarse el mundo»
Juan Ibarrondo
Escritor y guionista
Juan Ibarrondo (Gasteiz, 1962) fue partícipe, en los años 80, del nacimiento de la revista «Resiste» y de la emisora Hala Bedi -con la que aún colabora-. Hoy en día, trabaja en diferentes campos de la escritura, como la novela, el ensayo, las columnas, el reportaje, y el guión cinematográfico. Su pasado de librero evidencia «una clara tendencia hacia los oficios en peligro de extinción».
Juan Ibarrondo (Gasteiz, 1962) fue partícipe, en los años 80, del nacimiento de la revista «Resiste» y de la emisora Hala Bedi -con la que aún colabora-. Hoy en día, trabaja en diferentes campos de la escritura, como la novela, el ensayo, las columnas, el reportaje, y el guión cinematográfico. Su pasado de librero evidencia «una clara tendencia hacia los oficios en peligro de extinción».
Ya está en la calle «Gerotron 2050» (Libros en Acción), la quinta y última
novela de Juan Ibarrondo. Esta, un relato de ciencia-ficción con trama de novela
negra, tiene su origen en una obra anterior, «Retazos de la red» (Bassarai,
2005), en la que recreaba esa sociedad futurista de la cual ahora se vale para
entretener y hacer reflexionar a lectores y lectoras.
Pareciera que es usted el único autor vasco de
ciencia-ficción.
No lo sé, pero si es cierto que es un género que en Euskal Herria e incluso
en el Estado español no tiene mucho predicamento a nivel de autores y, por lo
general, se asocia a los escritores anglosajones. Yo siempre he sido un gran
aficionado a la ciencia-ficción y me he decidido a escribir en esta clave:
primero «Retazos en la red» y ahora «Gerotron 2050».
Este es un género con gran carga política. Ahí
tenemos a Bradbury, Orwell o Huxley ¿Es buen recurso para llamar la atención
sobre el presente?
Los maestros de la ciencia-ficción van hacia el futuro para lanzar una mirada
panorámica, distante, sobre el presente para así descubrirlo. En este sentido es
interesante observar la evolución del género en relación a los diferentes
momentos históricos: en los 60 tenemos una corriente muy optimista, que pinta un
mundo maravilloso en el que la humanidad ha conseguido grandes logros; una
humanidad utópica. En los momentos de crisis, sin embargo, hacen distopías en
vez de utopías. Es difícil en estos momentos de crisis hallar autores dispuestos
a escribir utopías optimistas. Al contrario, la narrativa anda lanzando miradas
distantes sobre los problemas, las contradicciones de nuestra sociedad.
Esta novela comparte elementos con «Retazos en
la red» pero a diferencia de aquella esta alberga un relato propio de novela
negra.
Es un reflejo de la evolución que he tenido a la hora de escribir. «Retazos
en la red» fue mi segunda novela -la primera fue un volumen de relatos cortos-,
casi una ópera prima. Entonces estaba influenciado por el ensayo, por otro tipo
de literatura más reflexiva y «Retazos...» era reflejo de aquello. Ese libro
tiene una cosa buena, esa idea de la arqueología invertida: el tema de
arqueólogos e historiadores en un futuro lejano, estudiando nuestro presente sin
entender cómo podíamos -podemos- vivir de esta manera; se quedan confundidos al
analizar esta sociedad para ellos incomprensible. Era una manera de crítica
política y crítica social. En «Gerotron» ya no empiezo de cero: escribo sobre un
mundo que ya he creado y, por lo tanto, es más sencillo. En estos años, mi
trabajo ha derivado hacia el guión cinematográfico y mis novelas se han hecho
más ágiles. Y sí, es también novela negra, un thriller futurista. Pienso que
cuando empezamos a escribir, todos tendemos a hacer ensayos disfrazados de
novela y esta es una novela pura y dura que pretende entretener, apasionar al
lector; que se pueda leer de un tirón. La reflexión la dejo para el propio
lector: que sean ellos los que saquen las conclusiones más reflexivas sobre el
texto.
El relato tiene una fuerte carga política
¿Mensajes de futuro?, ¿propone herramientas transformadoras?
Creo que es una novela eminentemente política y, bueno, cuando escribí
«Retazos en la red» vivíamos un momento de auge económico, de vacas gordas. En
aquellos años las gentes que desde el movimiento ecologista, desde la izquierda
transformadora avisaban del colapso del sistema económico, del colapso del
capitalismo y el desarrollismo eran tachados de aguafiestas, de locos. Hoy, en
cambio, es habitual que se hable de los estertores del capitalismo, del sistema
que agoniza. Ahora es fácil verlo, en aquellos tiempos no tanto. En ese sentido,
en «Gerotron» le doy una vuelta más al tema y respondo a una pregunta que todos
nos hacemos: ¿cómo se puede cambiar esto?, ¿cómo hacer para que este sistema que
se derrumba no derive en algo peor? Y con eso me refiero a derivar en sociedades
autoritarias que se dediquen a gestionar la escasez de recursos de una forma
injusta, en sistemas que traten de conseguir que nos fiemos del capitalismo en
lugar de dar a luz a una sociedad igualitaria, con justicia social, en
equilibrio con la naturaleza.
¿Una sociedad sostenible?
Para mi la sostenibilidad tiene que tener unos componentes claros de justicia
social, de igualdad, de participación. En el libro, me invento una conspiración,
un clásico de la literatura: cuando pensamos en cómo darle vuelta a todo esto,
planteamos una pregunta que, en la realidad, no podemos contestar. Debe ser la
práctica quien nos de las claves, las pautas de cómo cambiar el mundo. Pero
desde la ficción podemos dar unas claves intuitivas; es importante que los
escritores hagamos esa labor de pensar cómo puede cambiarse el mundo. En ese
sentido digo que el libro es una patada en los cojones del sistema; y sí, los
tiene: ahí está ese gran falo que es la torre Iberdrola.
El libro está editado por Ecologistas en
Acción.
Este libro debe mucho a una persona muy querida por mí, a un maestro y
militante ecologista como fue Ramón Fernández Durán. Por eso me puse en contacto
con los amigos de Ecologistas en Acción y les propuse editar el libro de
«Gerotron 2050». Les gustó la idea y, en fin, así se dio esta
edición.