jueves, 11 de diciembre de 2014

EL ORGASMO DE LA DERECHA ALAVESA


                                               Eduardo Dato

¡¡Por fin!! ¡¡Nunca es tarde si la dicha es buena!! ¡¡Más vale tarde que nunca!!...  y otros dichos similares, se escuchan estos día en boca de los hijos de la derecha alavesa  para narrar su reciente orgasmo político.
Por fin se ha cumplido el sueño, que durante décadas  -por no decir siglos-, ha tenido el vitorianismo conservador.
Una familia política y- entiéndase en este caso el término “familia” en sentido bastante literal-  que, desde los tiempos de Eduardo Dato, esperaba ansiosa a que uno de sus hijos alcanzara de nuevo los laureles ministeriales en la villa y corte española.
Aunque, ciertamente, Eduardo Dato sólo era alavés por parte de madre, y además  vivió la mayor parte de su vida en La Coruña, y luego en Madrid, donde desarrolló -eso sí-  una fulgurante cartera con presidencia del gobierno incluida. Una carrera truncada -como sabemos- por el atentado anarquista que acabó con su vida.
Mucho le queda por tanto a Alfonso Alonso para alcanzar la fama y lustre de su  ilustre predecesor, si me permiten el ripio. Muchos años han pasado desde los tiempos en que vivió quien da nombre a una de las calles principales de Vitoria. Sin embargo, no dejan de asombrarnos -a poco que nos fijemos- las coincidencias entre aquella época y la actual. Una época, en la que, como ahora, el bipartidismo de liberales y conservadores, escondía, tras supuestas divergencias -a veces exageradas hasta el extremo desde la retórica-  coincidencias básicas respecto al modelo social y político; es decir, el control de la economía y la política por unas pocas familias oligárquicas, y la monarquía borbónica restaurada.
Una época, también, en la que el régimen se tambaleaba ante los embates del pujante movimiento obrero, las corrientes renovadoras republicanas de distinto signo, y los movimientos secesionistas de las naciones sin  Estado del reino de España.
Una época,  donde la corrupción era carta de naturaleza, y el descrédito de la monarquía y el clero iban en aumento. En una profunda crisis, tanto del turnismo político, como de la monarquía, el régimen económico oligárquico, y la propia nación española…. ¿Les suena a algo?     
Tampoco las aspiraciones de la derecha -liberal o conservadora- alavesa de entonces eran tan distintas de las de ahora. Y, entre ellas, siempre destacó entre los hijos de la provincia más noble y más leal, la posibilidad de utilizarla como trampolín político para hacer carrera en Madrid.
Decía Carlos Marx que la historia sólo se repite como parodia, y, desde luego, en el caso que nos ocupa parece ser así.

Entre la época de Dato y Alonso -o de su sucesor Maroto- la diferencia puede estimarse en metros de tortilla de patatas. Además, visto el “carrerón” de la predecesora de Alonso en el ministerio, el orgasmo alavesista corre el riesgo cierto de convertirse en gatillazo. 

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