En los días de verano, cuando sudamos la gota gorda y nos sobran mantas y pijamas, nada mejor que la visita de Don Fresco.
Porque, desde hace mucho se sabe, que cuando Don Fresco entra en casa de allí sale Doña Calor.
Don Fresco suele aparecer entre truenos y rayos, pues es un tipo escandaloso y follonero: un truhan que se cuela por las ventanas sin pedir permiso.
Doña Calor, en cambio, es un señora muy cariñosa con los niñas y los niños, pero a veces es un poco pegajosa, eso lo sabe todo el mundo.
Lo que seguro no sabéis es que Doña Calor es muy pudorosa -y vergonzosa como ella sola- y que Don Fresco es.... efectivamente.. lo habéis adivinado, Don Fresco es un frescales de cuidado.
Entonces, cuando entra Don Fresco a la casa empieza a mirarle el culo con disimulo a Doña Calor, y se acerca a ella diciéndole lo guapa que es y tonterías así de mayores.
De manera, que Doña Calor dice: "que corra el aire Don Fresco" y en seguida empieza la corriente en la casa, y a Doña Calor se la lleva el viento como a María Sarmiento (que ya os contaré quién es otro día).
Nadie sabe a donde va Doña Calor cuando entra Don Fresco, pero siempre acaba volviendo, lo que es un alivio porque Don Fresco es un tipo fresco y divertido, pero cuando se pasa de fresco es desagradable; tanto que acabamos echando de menos a Doña Calor, con sus mimos y sus sofocos tan hogareños.
De forma que cuando Doña Calor se ponga pesada y oigáis a Don Fresco repicando en la ventana, no dudéis en abrirla y así Doña Calor os dejará tranquilas durante un rato y podréis disfrutar de Don Fresco; y cuando éste se pase de fresco, cerrarlas bien y pronto volverá Doña Calor con sus carantoñas y sofoquinas.
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