El concepto de nación foral, lanzado al debate
político por el lehendakari Urkullu, se presta a interpretaciones diversas, por
lo menos tantas como las distintas tradiciones políticas de este país.
Desde
un punto de vista liberal -desde la llamada modernidad liberal- se trataría
simplemente de un oxímoron, pues el mismo concepto de nación es desde su origen
jacobino; y, por tanto, los fueros son
sólo restos del antiguo régimen incompatibles con una nación moderna.
Sin
embargo, desde un punto de vista neoliberal -que es al que seguramente se acerca más la
propuesta jeltzale- nación foral sería
más bien sinónimo de “paraíso fiscal”:
un país donde los “derechos históricos”
permiten la desregulación de los capitales, y se convierte así en un atractivo reservorio de dineros de diversa
y, tal vez, dudosa procedencia.
Pero
también existe un sentido -postmoderno y a la vez tradicional- de la foralidad
entendida como la defensa del común.
Si
los fueros fueron sobre todo pactos entre las élites vascas y las de la corte
castellana, también llevaban implícito un “contrato social”, que mantenía derechos
populares, como el acceso a los bienes
comunes, la exención del servicio militar, o el mantenimiento de batzarres y
concejos como fórmulas de democracia popular…
Como
escribe Linebaugh refiriéndose al Reino Unido, a la carta magna británica le
acompañó la carta del bosque, que defendió el legendario Robín de los bosques y
el movimiento de los diggers contra
los cercados; o, más tarde, el movimiento obrero cartista, que reivindicó derechos para los trabajadores en base a los
viejos pactos….
En
Euskalherria, también las clases populares han protagonizado revueltas frente a
los constantes intentos de las élites de despojarles de sus derechos “forales”:
matxinadas varias, luchas contra las corralizas, contra la imposición de las
quintas… son algunas de sus expresiones
más conocidas, entre las que podemos contar- aun con todas las matizaciones y reservas que
queramos- las propias guerras carlistas.
Pudiera
parecer, en cualquier caso, que estamos hablando de hechos del pasado que poco
tienen que ver con las sociedades contemporáneas, pero nada más lejos de la
realidad.
La
defensa de los comunes es una de las luchas más actuales y poderosas que existen
hoy en buena parte del mundo. Son luchas de millones de campesinos, indígenas,
movimientos urbanos… que reivindican la defensa del agua, de la tierra, del
aire, de la vivienda, del territorio… entendidos éstos como bienes comunes y no
como recursos económicos.
Esas
luchas entroncan con las de nuestros antepasados, y tienen además
características comunes con aquellas. También en lo que concierne a la
organización territorial descentralizada,
en forma de confederación, municipalismo, autonomía indígena, estado
plurinacional…
Fórmulas
que se proponen descentralizadas en lo
político y relocalizadas en lo económico.
Frente al jacobinismo centralista del estado nación moderno, que niega
los derechos a las minorías; y también
frente a una economía globalizada que destruye la diversidad ecológica y
cultural.
Las
comunidades zapatistas, el confederalismo democrático del pueblo kurdo, el
municipalismo de las CUP catalanas, o las novedosas fórmulas de organización territorialista
de la Toscana en Italia… son sólo algunos ejemplos de la vigencia de estas
ideas y prácticas.
Ideas
sobre las que ya escribió el lapurtarra Agosti Xaho (medio siglo antes de que
Sabino Arana expresara su idea de nación vasca, basada en Dios y las viejas leyes) cuando habló de federación de repúblicas
vascas laicas e igualitarias; o el médico anarquista vasco Isaac Puente, que imaginó una confederación de
concejos rurales que se unirían a
asociaciones de productores industriales para conformar un republica
confederal.
Ideas
y prácticas que haríamos bien en valorar y desarrollar si Euskalherria quiere
encontrar su propia vía a la independencia, más allá del paraíso fiscal
neoliberal o a la asimilación como
región folclórica a los estados español y francés; o incluso a una Europa entendida solamente como un gran
mercado en beneficio de sus oligarquías.
Juan
Ibarrondo
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