jueves, 11 de febrero de 2016

GÉNERO Y RACISMO



A raíz de las informaciones sobre acoso sexual grupal a mujeres durante la nochevieja en la ciudad alemana de Colonia, y sus derivadas en otros países de la Europa fortaleza…  se ha producido un intenso debate en las redes sociales y los medios de comunicación.
La atribución, más o menos exacta, de estos hechos a refugiados, árabes, moros, o musulmanes…, coordinados según se dice en alguna especie de oscura conspiración, ha  producido una víctima colateral un tanto inesperada.
En efecto, las redes y los medios han hervido de acusaciones, no sólo ya contra los refugiados, los moros y los musulmanes, como viene siendo habitual, sino también contra quienes  mantenemos posiciones contrarias al racismo, y alertamos contra la islamofobia creciente en nuestras sociedades; incluidas muchas feministas que también se manifiestan firmemente contrarias al racismo.
Las acusaciones de “buenismo” y “negacionismo” a la etiquetada como “izquierda post laica”, se han sumado  a la ya clásica de “hembrismo”,  lanzada contra muchas  feministas que se han atrevido a afirmar algo tan obvio como que la violencia sexual grupal contra las mujeres (en fiestas y otros eventos masivos) no es patrimonio exclusivo de los musulmanes, los moros, o los refugiados…, sino que es algo  común también en nuestras sociedades, tan avanzadas y civilizadas ellas…
Ante esta obviedad muchos exclaman: “Nosotros como los moros, eso sí que no, hasta ahí podíamos llegar”.
De esa manera tan pedestre  reflexionan, por decir algo, muchos machos alfa  de izquierda y derecha, altamente contrariados con el atrevimiento de estos moros: ¡que vienen a violar a nuestras mujeres! Según afirman.
Más razonadas han sido las críticas desde algunos sectores del movimiento feminista, que critican el relativismo cultural, y la excesiva contemporización con el islam por parte del feminismo y la izquierda europea.  Algunas de estas críticas han venido desde sectores feministas árabes, que hacen bandera de la laicidad,  y critican el abandono de esa bandera por algunas de sus compañeras europeas.
Parecen olvidar estas compañeras que en Europa estamos asistiendo al crecimiento exponencial de la extrema derecha, que viene en el mismo pack que el rearme del machismo y la pérdida de derechos civiles y sociales.
Parecen obviar también que este crecimiento se reproduce sobre todo gracias a la creación de un estado de opinión islamófobo, xenófobo y racista,  que sirve de justificación tanto a las políticas más conservadoras y autoritarias  al interior de la UE, como al cierre de fronteras al exterior.
La creación de ese estado de opinión implica también el riesgo cierto de un retroceso en las conquistas del movimiento feminista por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres: en ámbitos sociales, económicos,  y también en derechos civiles como el derecho al aborto.  
Se entenderá entonces que la lucha contra la islamofobia, entendida como excusa para imponer políticas autoritarias, antidemocráticas y antisociales, sea una prioridad tanto para el movimiento feminista como para la izquierda europea consecuente.
Desmontar las estrategias mediáticas que criminalizan  a las personas migrantes, especialmente las musulmanas, norte africanas,  o árabes…,  poner en relieve sus falacias, la demagogia que destilan, las mentiras  y medias verdades que difunden, es por tanto una cuestión esencial en la agenda de las luchas a día de hoy en Europa.
Esgrimir la bandera de la laicidad de manera abstracta no sirve de mucho, si no afrontamos los problemas reales y las amenazas concretas que sufrimos.
El feminismo solidario con la causa de las minorías discriminadas no es algo nuevo sino todo lo contrario, cuando mujeres como Flora Tristán ya denunciaban la esclavitud, la opresión laboral, y la discriminación de las mujeres. O la misma Ángela Davis, que hemos tendido el placer de recibir estos días entre nosotras, cuando denunciaba cierto feminismo de clase alta y color blanco.
Se entiende, y hay que apoyar sin ambages,  que las feministas árabes critiquen y denuncien el islamismo y sus prácticas discriminatorias contra las mujeres, aunque no se entiende tanto a quienes priorizan hasta tal punto esa lucha que justifican y defienden a regímenes asesinos, por muy laicos que se presenten, como la dictadura militar egipcia, o al gobierno argelino envueltos en prácticas cuasi genocidas….
En todo caso, para encarar este debate, debemos primar los valores de la ética y la solidaridad internacionalista.  También defender valores como la laicidad del Estado y otros universales como la igualdad, la libertad, la diversidad…  pero entendidos siempre como herramientas integradoras y no dogmáticas,  como puntos de encuentro y no como armas arrojadizas. 

Juan Ibarrondo

Gasteiz 11/02/2016

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.