Colaboración para DIAGONAL 27/06/2106.
No es ninguna novedad,
que en momentos históricos, cuando la ciudadanía del Estado español se tiene
que pronunciar en las urnas, los resultados en Euskalherria y Catalunya
difieran radicalmente de los del resto del Estado. Así sucedió, por ejemplo, en el referéndum constitucional y en el de la
OTAN. Desde luego, también el comportamiento electoral ha sido diferente en los
distintos comicios de estos últimos años; y en este caso, cuando había cierta
sensación de que se podía conseguir un cambio relevante, la excepción vasca y
catalana ha vuelto a mostrarse de forma nítida.
La clave de estos
resultados, y sobre todo de la victoria de Unidos Ponemos en la CAV y sus
buenos resultados en Navarra, es entender
que la mayoría de la sociedad vasca ha considerado prioritario utilizar
su voto para desalojar a Mariano Rajoy y a su partido de la Moncloa.
Por eso, se observa aquí
entre quienes han votado a UP cierta perplejidad ante los resultados en el Estado
español. Mucha gente se pregunta, y no sólo entre los votantes de UP: ¿Cómo ha
podido tener semejantes resultados un partido corrupto hasta las cachas y
manifiestamente incompetente en solucionar los problemas de la ciudadanía?
La esperanza de un
cambio que viniera de Madrid, un cambio en lo social, democratizador, y que
abordara también la relación con Euskalherria de forma igualitaria, se ha
desvanecido de pronto.
Se trata, por tanto,
de una victoria agridulce para las gentes de UP en Euskalherria, que se ven
descolocadas en su discurso de cara a las elecciones autonómicas de otoño en la
CAV, donde difícilmente podrán vender la idea del cambio desde Madrid, a la
vista al menos de estos resultados electorales.
La ciudadanía vasca
que según todas las encuestas se considera progresista, soberanista vasca, y
más de izquierdas que de derechas, se
aleja así de un electorado español más conservador,
unionista español, y según parece más de derechas que de izquierdas.
Desde luego, la
derecha vasca resiste bien el embate de UP pero lo hace desde un discurso
mucho más centrista que el del PP. Esta
“moderación” del PNV, incluida cierta agenda social (aún con su mochila de paternalismo
demócrata cristiano) es producto en buena medida de las características de una
sociedad más “avanzada” en muchos terrenos que la española. Los contrapesos de
la izquierda social son mayores aquí que en España (por ejemplo los sindicatos
son mucho más combativos) y eso obliga a veces a la derecha vasca a moderar su
discurso, y en cierta manera sus prácticas, en algunos temas que no consideran
prioritarios.
Por su parte, EH BILDU
ha sido quién más ha pagado en coste
electoral el éxito de UP, pero paradójicamente tal vez quede en mejor posición
que los vencedores de cara a las autonómicas de otoño, pues entonces no jugará
el factor voto útil, determinante en estos comicios, y podrá desplegar una
estructura social y política más articulada que UP (si se repite la coalición)
mayor experiencia en gestión pública, y el activo de Arnaldo Otegi que casi no
ha participado en estas elecciones, tal vez para preservarle de una previsible
derrota y lanzarlo “virgen” a las autonómicas.
El PNV tendrá que
decidir con quien juega en Madrid, y normalmente lo hace con el caballo
ganador, pero en este caso un acercamiento al PP puede tener un importante
coste electoral en las autonómicas de la CAV, aunque también es posible que
acabe necesitando los escaños del PP en el parlamento vasco si no le alcanza con
los socialistas para vencer a una hipotética alianza de Podemos con EH BILDU.
Ahí puede haber un cambio de cromos, pero el actual alejamiento entre jeltzales
y populares parece dificultar ese escenario, si no imposibilitarlo, aunque como
dice el clásico “cosas veredes amigo Sancho”.
Por otro lado, tampoco
parece sencillo el pacto entre EH BILDU y Podemos, que compiten en buena parte
por el mismo electorado, y dependerá de ver si salen las cuentas para supera al
PNV/PSE, y después quien tiene mejores resultados entre estas dos formaciones
para ver qué posibilidades de pacto hay.
En principio parece
que Podemos (o UP) sale con ventaja, pero serán elecciones con otras claves:
dependerá mucho más de los candidatos y candidatas locales y el influjo de
Madrid quedará disminuido, más todavía tras el chasco de estas generales que
tantas expectativas habían creado.
El PNV, especialista
en adaptarse a cualquier situación, tratará de llevarse el agua a su molino, y
venderá su gestión que ellos dicen ejemplar, sobre todo cuando la comparan con
la de los populares en España. Seguramente, esa estrategia les de buenos
resultados aunque tal vez no tan buenos para superar la suma de votos de EH
BILDU y PODEMOS, con lo que necesitará el apoyo de su aliado tradicional el PSE,
y quizá incluso el del PP.
Otra opción por parte
del PNV sería emprender un rumbo más soberanista, a la catalana o por lo menos más firme
frente a Madrid, que es donde quisiera colocarlo EH BILDU. Aunque, con la
actual debilidad de los independentistas y las encuestas sobre la independencia
a la baja, no parece que el PNV -adalid de la centralidad- vaya a adentrase en
ese tipo de “aventuras”; a no ser, que tenga el apoyo de una mayoría muy
amplia de la cámara, como en el caso de que UP se sumara a ese carro de una
manera u otra: con la exigencia, o incluso la convocatoria, de una consulta, algo que no se puede tampoco
descartar.
Todo dependerá una vez
más de los resultados de octubre, y de los pasos que se puedan ir dando desde
Navarra, donde de momento no parece haber demasiado margen en ese sentido.
El PP, y sobre todo el
PSE, aguantan el tipo, pero siguen en cotas muy bajas sobre todo el PP que se
mantiene como farolillo rojo del pelotón vasco. Además, hay que tener en cuenta
que en las generales suelen sacar sus mejores resultados, por lo menos antes de
la irrupción de Podemos; y probablemente vuelvan a su larga línea descendente
en las autonómicas.
Otro chasco, y no
menor, que se ha sufrido en Euskalherria con la victoria del PP en las generales
es el referido al proceso de paz y en particular a la situación de los pres@s
polític@s vasc@s, un tema muy sensible sobre todo entre el electorado
abertzale.
Se habían depositado
ciertas esperanzas de que un cambio político en el Estado pudiera significar
también cambios en las políticas penitenciarias; y Bildu había apostado fuerte
en ese sentido con la decisión de las presas y presos de acogerse a los
beneficios penitenciarios de forma individual.
Sin embargo, no parece
que el PP vaya a transitar la senda ni
siquiera de la humanización del conflicto, por ejemplo con el fin del
alejamiento, la excarcelación de personas presas enfermas… a la vista de que su
política vengativa y cruel parece funcionarle a nivel electoral en España.
Juan Ibarrondo
(Gasteiz 27/06/2016)
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