Transcripción de mi participación en el debate
realizado el domingo 5 de febrero en el barrio ocupado de Errekaleor en
Gasteiz.
Primeras
dos cuestiones:
Estamos comenzando un año histórico. Se cumple el centenario de la Revolución
Soviética.
Para muchas personas es un motivo de conmemoración. Recordamos,
ponemos en valor esta fecha
resaltando aquel proceso y lo que hoy tiene de vigencia. La Revolución
Bolchevique, marcó un antes y un después en la historia de la Humanidad, al
hacer de las personas trabajadoras y
reconocer en la clase obrera mundial el instrumento de liberación y de su propia
emancipación, adquiriendo desde su inicio un carácter internacional
Esto al menos nos suscita dos preguntas fundamentales
pues la Revolución Bolchevique con su consigna ¡Proletariado de todos los
países uníos! introducía la idea de que la clase trabajadora, el proletariado constituía
el motor revolucionario de una revolución que anunciaba la perdida de la
propiedad privada e incluso la desaparición del Estado.
¿Dónde está la revolución en 2017?
¿La clase trabajadora actual sigue siendo ese
posible motor revolucionario?
La frase “proletarios
del mundo uníos” es de Flora Tristán,
una de las primeras feministas socialistas, y a ella se la tomó prestada Karl
Marx (manifiesto comunista) mucho antes de la revolución de 1917, que para los
comunistas ortodoxos es LA REVOLUCIÓN, pero que yo creo que no es más que una
revolución, importante sin duda, pero sólo parte de una lucha mucho más amplia
del movimiento obrero (con todas sus vertientes y aristas); Y tampoco el
movimiento obrero tiene la patente de la revolución, ni mucho menos: los
campesinos, los indígenas, las mujeres feministas, el movimiento contra la
guerra, contra la esclavitud, por los derechos civiles, el ecologismo…. forman
parte de un “continum espacio temporal” de luchas muy rico, pero que no
constituyen un proceso progresivo, y que
por tanto no culmina como algunos creen en el llamado socialismo científico (que
sería la cúspide de la pirámide revolucionaria) sino que éste no es sino un
producto de su tiempo, (de ese continum del que hablaba tomando el término
prestado a la física relativista) , no la fase final de nada. Creo, que como
decía Walter Benjamin, el error fue pensar que la clase obrera nadaba/nada a
favor de la corriente del progreso tecno-científico y que de su mano se
alcanzaría/alcanzará la sociedad sin clases.
Si consideramos la clase trabajadora en el
sentido de la unidad de los oprimidos, de los desposeídos, de quienes buscan la
justicia social, la libertad, la solidaridad, la igualdad, de quienes siguen el
viejo lema de los husitas bohemios y los anabaptistas alemanes “Omnia est comunia””
todo es de todos”, entonces sí, ese es el motor revolucionario; pero si
consideramos la clase trabajadora como los obreros industriales, y la fábrica
como el lugar desde donde la revolución surgirá, pues entonces obviamente no, o
por lo menos no sólo esa clase obrera será el sujeto revolucionario, puesto que
ya no es hegemónica, pues la fábrica es ahora toda la sociedad (y con la
globalización se extiende a todo el planeta)
¿El carácter internacional de la revolución del
17 se mantiene hoy?
¿Dónde
está esa idea?
En mi
opinión cuando analizamos el internacionalismo desde el punto de vista de la Historia,
es interesante detenernos en el momento en que el socialismo europeo, y más en
concreto la socialdemocracia alemana, fracasa en el reto crucial que se le
planteaba a la hora de evitar la primera guerra mundial. Tal vez si ese reto se
hubiera conseguido el socialismo europeo habría logrado una honda
transformación social y habría evitado el posterior surgimiento del fascismo y
la segunda gran guerra...
Me parece
interesante analizar esa situación porque ahora mismo creo que estamos ante un
reto relativamente semejante (ante la tesitura de socialismo o barbarie que
planteaba Rosa Luxemburgo) y también ante la aparición de un nuevo fascismo.
Por eso, frente
a la idea del choque de civilizaciones como pretexto, frente a la guerra y el
expolio capitalista, que toma la forma ya no sólo de explotación de la fuerza
de trabajo, sino de desposesión
(acumulación primitiva como decía Marx), que, como estamos viendo, conlleva la
expulsión y la muerte del excedente humano no funcional al sistema; Ante todo
eso, hay que oponer un nuevo internacionalismo, y digo nuevo porque en estos momentos el capitalismo
amenaza con destruir ya no sólo las posibilidades de un mundo más justo, más
solidario, más igualitario… sino la
propia biosfera, y no podemos olvidar, como hizo cierto marxismo desarrollista,
que nosotras somos parte de ella y no podemos vivir al margen de ella.
Ese nuevo
internacionalismo que viene, y que está en construcción, para mi tiene algunos elementos importantes: la lucha feminista
contra el patriarcado, la lucha contra la guerra y el militarismo, la defensa–reformulación
de la democracia, y la defensa de la madre tierra, pues esos elementos pueden ser
la argamasa que una a gentes de diferentes latitudes. Un internacionalismo que
ya se está fraguando con sus momentos de flujo y reflujo, y que es la única
esperanza para la humanidad en estos momentos.
(Lenin tras la revolución en Rusia firma la paz con Alemania, y alienta
un nuevo internacionalismo, incluido el reconocimiento del derecho a la
autodeterminación de los pueblos, que
sin embargo, sobre todo con Stalin, acaba siendo poco a poco abandonado como
prioridad ante la idea de crear una RUSIA fuerte y socialista, lo que se llamó
el socialismo en un solo país, un proceso que acabó en la guerra fría, en la derrota del bloque soviético y del
autodenominado socialismo real)
***
Segundas
dos cuestiones:
Parece que actualmente estamos en una profunda
crisis del régimen de acumulación neoliberal. El mismo que ha regido en las
economías desarrolladas durante las últimas décadas y que precisamente fué
sustituyendo progresivamente al anterior régimen de acumulación denominado
fordista que había caracterizado a las economías occidentales desde el final de
la Segunda Guerra Mundial
Ambas transformaciones han modificado la
estructura de clase de los países occidentales, que muestran unos rasgos
parecidos, también en el Estado monárquico Español. Podríamos decir que se ha
generalizado de manera dominante nuevas formas de producción flexible, basadas
en sistemas de externalización y la utilización
de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
Estas nuevas formas de producción flexible han provocado:
- Deslocalizaciones
hacia países con mano de obra más barata;
- Una
desindustrialización general de las economías
- Las
relaciones laborales se han flexibilizado;
- Una
mayor y más dura competición salarial a la baja.
En suma, se ha extendido el tipo de trabajo
flexible, mal pagado y precario, debido también a las nuevas y laxas normativas
en materia de derecho laboral.
Paralelamente, se ha fomentado la emigración de
una parte importante de la mano de obra cualificada formada en el estado
español a países del centro económico
La desregulación de los mercados, el retorno al
recurso de sacar a las mujeres del mercado laboral, a relegarlas a tareas de cuidado
familiar no remunerado, la vuelta a la faz mas dura del patriarcado el
incremento en la explotación laboral y las privatizaciones son asimismo parte
del desmantelamiento de los mecanismos sociales que aún siguen en pie en
algunos Estados. El ataque a lo público.
·
Menos
fortaleza sindical
·
División
sindical
·
La
calle desierta
·
No
relevo generacional
Se abre paso la idea de que la
crisis actual es también una crisis ecológica, política, social y económica.
¿Es tan difícil generar
un programa desde la izquierda capaz de avanzar hacia una mayor cohesión?
Obviamente
no es tarea sencilla, y desde mi perspectiva habría que poner también en
cuestión la necesidad de un programa prefijado de antemano por una vanguardia
intelectual o militante, vistos los fracasos de todas las tentativas en ese
sentido.
Esto no
quiere decir que no haya que organizarse, ni que haya que renunciar a unificar
las luchas… pero no es posible programar de antemano (de programa) el fluido
desarrollo y desenlace de las luchas, con todos sus riquísimos matices,
propuestas y derivadas. Más bien deberemos aprender de esas luchas y a partir
de ahí poner en marcha programas políticos para determinados momentos de su
devenir, en cuanto al tiempo; y también
respetar los distintos ritmos en cada espacio donde tienen lugar. La consigna
ecologista de pensar global y actuar local, es otra manera de expresarlo.
Renunciar a los dogmas, no a los valores universales en sí, sino a su utilización como martillo de
herejes, para pasar a entenderlos como
elementos hacia el consenso.
¿Estamos también ante una izquierda débil?
Si
hablamos de la izquierda en el sentido más usual es claro que sí. Una parte de
lo que todavía se llama izquierda no es sino
neoliberalismo maquillado, y ese maquillaje se está cayendo a pedazos en
la actual tesitura de crisis global. Y la que a veces se denomina nueva izquierda
no acaba de desplegarse de forma significativa y en muchos casos se reduce a
una contestación académica sin demasiado reflejo real.
Si
hablamos en cambio de la izquierda social, de las diversas contestaciones y
rebeliones, a veces confluyentes y a veces contradictorias, a veces con
cristalizaciones políticas, y otras insurreccionales, resistentes, creadoras de
nuevas experiencias de vida… pienso que
hay una fortaleza que desde luego no es la que nos gustaría pero que no es
despreciable y que todavía nos proporciona esperanza.
La lucha
de las mujeres en todo el mundo contra la violencia patriarcal, las luchas por
la democracia en África y el mundo árabe, las luchas indígenas (incluso los
gobiernos indígenas) los nuevos partidos y gobiernos populistas de izquierdas, las
luchas contra el poder de las multinacionales, contra la guerra, las
manifestaciones contra Trump, en defensa de la madre tierra, las luchas de
campesinos en todo el mundo, los obreros franceses con sus acciones directas,
quienes se plantan contra el racismo y a favor de las personas migrantes…. Tal
vez no seamos tan pocos y tan débiles como pensamos. Como decía Kropotkin la tendencia humana al apoyo mutuo
es una fuerza poderosa difícil de destruir.
***
Terceras
dos cuestiones:
La apreciación general es que las políticas
neoliberales promueven un grado muy alto de desigualdad. La desconexión entre
los índices macroeconómicos y el bienestar de la población es cada vez más
profunda.
Las condiciones materiales de vida se degradan
al mismo ritmo que crecen los beneficios de las oligarquías.
Sin embargo la tensión y amenaza de las
revoluciones ha retrocedido y en consecuencia aumenta el índice de explotación
a favor del capital. Sin embargo, este
proceso aumenta las contradicciones propias del sistema capitalista.
Y también aumenta el índice de barbarie Qué pasa
con la periferia del Mundo, que es la inmensa mayoría?
¿Vale solo con denunciar su barbarie, gritar
contra los responsables y su sistema de “orden mundial” el de sus guerras imperialistas
que están sangrando, África, Oriente Medio y que están empujando a millones de
refugiados huyendo de las bombas y del hambre hacia Europa?
Tienen nombre y la
izquierda suele denunciar a los que
promocionan y provocan guerras en el norte de África y oriente medio así como a
los responsables políticos y económicos de Israel, Turquía, Arabia Saudí y
Qatar, violadores todos ellos de los derechos humanos. Se denuncia a los que inventan grupos terroristas como ISIS
y los financian; son los mismos que en
la UE recientemente han realizado las mayores maniobras de la OTAN.
Frente a ellos y su régimen de horror gritamos
contra la indiferencia europea y la “consternación” de su clase política, para
atender como seres humanos la llegada a la Unión Europea (UE) de los miles de
refugiados que huyen de las guerras y las bombas de Rusia y EEUU que asolan
Oriente Medio y África (Siria, Iraq, Afganistán, Libia, Mali, Chad,…). Gritamos
para acabar con las “concertinas, las pateras y las alambradas en las fronteras.
¿Estamos a la altura? Tenemos posibilidades de
respuesta
.
No sé si
estamos a la altura ¿Quiénes? ¿Quién decide donde está el listón del
compromiso?
De lo que
si estoy seguro es que tenemos posibilidades de respuesta. Creo que el combate contra el fascismo
implica no solo la resistencia, que es
muy importante, sino también implementar
a nivel cotidiano alternativas al
capitalismo, alternativas de vida, de trabajo, de consumo, de relación social,
de relación con la naturaleza….el fascismo no es algo ajen o lejano, es potencia latente presta a desplegarse
violentamente, en nuestros barrios, en los centros de estudios, en las
comunidades de vecinos… hombres frustrados, rabiosos, conducidos a la
ignorancia y el fanatismo, desengañados de todo, mezquinos y fácilmente
manipulables hacia el odio al diferente, al extraño... productos tóxicos del
capitalismo voraz. Pues, como dijo
Walter Benjamin, detrás de cada resurgir
del fascismo hay una revolución frustrada.
Unid por favor vuestra respuesta a esta última
pregunta: ¿Dónde está la revolución en 2017? ¿Cuáles son las tareas?
Yo veo
también que es importante superar una etapa de resistencia y empezar una
ofensiva política con propuestas radicales que nos ilusionen, que ilusionen a
mayorías amplias. Tal vez el quid de la cuestión, o uno de ellos, sea proponer
políticas audaces, radicales, que pongan en cuestión el sistema, pero que sobre
todo provoquen cambios cotidianos, y que por tanto sean realizables.
Cuestiones
como la renta básica universal, por poner un ejemplo, que es radical porque
pone en cuestión la base misma del sistema capitalista, que es la idea del
mercado de trabajo, como dice Polanyi, al convertir el trabajo humano en mercancía. Pero que también cuestiona la glorificación del trabajo
como la esencia del hombre… y pone en valor la necesidad de disminuir la huella
ecológica…
Desde luego esa medida no es la panacea y puede ser hasta negativa si no va acompañada de otras, como la implantación del salario máximo, y el aumento del mínimo hasta umbrales "dignos", la redistribución de la
riqueza, con medidas tributarias eficaces, sin medias tintas, que utilicen los elementos coercitivos de que dispone el Estado para obligar a pagar impuestos a las élites… La implantación de la jornada
laboral de 30 horas, el fortalecimiento del sector público (sobre todo en los servicios que tienen que ver con la reproducción de la vida, los cuidados... ) la igualdad de genero en el empleo.
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