martes, 15 de noviembre de 2011

ECOCULTURA

En estos tiempos de crisis parece que hablar de cultura -y no digamos ya destinar recursos públicos a la cultura- parece un frivolidad. Sin embargo, si consideramos que la actual crisis económica es sólo la punta del iceberg de una crisis más amplia, que pone en cuestión nuestro modo de vida, llegaremos a la conclusión de que es importante reflexionar sobre la cultura como parte indisoluble de esa sociedad en crisis.
 
¿Cómo sería una cultura que formara parte de una sociedad más sostenible, adaptada al medio, equilibrada y equitativa que la actual? ¿Es posible concebir una cultura ecológica? Un grupo de artistas y creadores, agrupados en la iniciativa Inmersiones 2011, nos hemos puesto a la tarea  de desentrañar algunas de las características de esa nueva cultura  ecológica.
La ecocultura, para ser digna de ese nombre, no debería ser entendida como espectáculo, mera obra pública, mausoleo del dirigente,  recaudadora de votos, o valor refugio del capital.
Una nueva política, que nos haga avanzar hacia una sociedad más justa y sostenible, exige una cultura de la vida, del disfrute, de la creación, de la libertad… entendidos todos ellos como bienes  por sí mismos, sin necesidad de ser rentables en sentido mercantil.

Para que pueda existir una cultura así, el creador tendría que estar inserto en la sociedad como uno más; servir a la comunidad y ser remunerado a cambio de forma equilibrada. Sin caer en el divismo personalista y la desmesura económica de las grandes infraestructuras.


La ecocultura, en suma, debería ser entendida como valor de uso, no como valor de cambio.
Desde luego, una concepción cultural de ese tipo no podrá darse de la noche a la mañana, pero no está de más empezar a transitar los caminos que conducen a ella. A pesar del abandono institucional, durante estos días, en la sala Amárica intentaremos recorrerlos. Están ustedes invitados.