sobre las ruinas. Monasterio de Pierola, primavera 2013.
Ciertas
ruinas, se convierten -pese al tiempo- en algo más que un montón de cascotes
desperdigados y comidos por la maleza.
Son
lugares al margen de la entropía, donde no es la fuerza del hombre quien las
reconstruye sino su mirada.
Ruinas
tres veces miradas, con tres miradas distintas, en tres épocas diferentes.
Un
viejo las rehizo por primera vez con su
nostalgia, recordando todavía cuando vibraban de vida, como él, cuando todavía
el agua surcaba los canales hacia las termas.
Un joven
pintor inquieto las reconstruyó más tarde a golpe de conocimiento nuevo,
encontrado entre las zarzamoras y el musgo. Su mirada sustituyó entonces al
hacha para desbrozar nuevas perspectivas.
La
tercera vez fue un poeta, fascinado por la belleza de la hiedra enredada entre
las viejas piedras, por cierto rayo de luna atravesando el techo derruido donde
anidan las palomas.
Ahora,
hay quien habla de convertirlas en parque temático; tal vez fuera posible, si
no fuera porque la crisis arruinó la línea de crédito oficial.