martes, 27 de diciembre de 2011

DIETAS MILAGRO

Al parecer, hay quien ha decidido ponernos a dieta general y obligatoria. No está claro si son los famosos mercados, la señora Merkel, las grandes empresas, las agencias de calificación, la Comisión Europea,  los distintos gobiernos de la UE… Todos han puesto su granito de arena para elaborar esta “dieta Duncan” de la economía europea. No niego que sea necesario bajar el pistón del crecimiento  acelerado y el consumo compulsivo. Tampoco la urgencia de afrontar un cambio de valores que ponga un poco de mesura en la desmesura consumista en que hemos vivido. El planeta no aguanta más, y las sociedades “avanzadas” tienen que afrontar de una vez la necesidad del decrecimiento. Sin embargo, aunque sea necesario ponerse a dieta, no es verdad que existan dietas milagro, que mantengan el crecimiento del PIB y a la vez consigan adelgazar nuestra huella ecológica. La dieta Duncan es un timo, y las políticas de austeridad que se nos proponen también.


El decrecimiento puede hacerse de forma ordenada, equitativa, y consensuada; o bien propugnando el sálvese quien pueda y que Dios reparta suerte. Esto último es lo que propugnan los neoliberales, con su idea de desregular y privatizar todo lo habido y por haber. En la confianza de que la mano invisible del mercado acabará por poner orden en el caos.  Desde luego es una idea que, a quienes controlan los resortes del mercado, les resulta interesante, pues difícilmente resultarán perdedores de un juego, en el que -como en el casino- la banca siempre gana. Comprenderán ustedes que al resto de los mortales la propuesta, que además nos presentan como la  única posible,  no nos haga ninguna gracia.

Otra forma de austeridad es posible. Un decrecimiento en parámetros de justicia social. Con progresividad fiscal y de la forma más democrática y consensuada posible.  Al fin y al cabo, no todos tenemos los mismos “kilos” de más.