El
escritor, recoge en su reportaje una definición de Jorge Borrow sobre el
señorito andaluz que no me resisto a reproducir aquí: “Son, en términos generales, los seres más necios y vanos de la especie
humana (…) Su insolencia sólo tiene igual en su bajeza, y su prodigalidad en su
avaricia”. Sender, con gran lucidez, nos hace ver en el reportaje cómo los defectos
de su clase dirigente permean ciertas capas de la sociedad andaluza, y las
convierte en gentes aduladoras de gracejo pelotillero. Sin embargo, según se va
adentrado en la Andalucía profunda, descubre también un pueblo digno, que
sobrelleva la miseria con orgullo y que, en Casas Viejas, acaba dando su vida.
Es
muy posible que la burocracia, creada al albur del poder “socialista” durante
tantos años, haya heredado algunos de los defectos de los señoritos -con los que además ha compartido el pastel
europeo- pero pretender generalizar esto al conjunto de los andaluces, como
hacen algunos, resulta erróneo e injusto.
Mal
camino es el que pretende adjudicar a los pueblos los males de sus dirigentes,
lo mismo en Andalucía, que en Grecia o Italia… Una cosa es que en Euskalherria
cada vez nos interese menos formar parte del cortijo español, y otra que no nos
solidaricemos con los jornaleros y gritemos con ellos: Andalucía entera como Marinaleda.