Ahora
que se acerca el carnaval, he recordado
ciertas coplas carnavaleras que aún se cantan durante las sobremesas de las
celebraciones familiares en mi casa. Son coplas que nos trasladan -nada menos-
que a los años treinta del siglo pasado; cuando una crisis económica, incluso
peor que la actual, asolaba Europa. También era la edad de oro de los
carnavales de Vitoria, cuando todavía esta fiesta no había perdido su carácter
de reivindicación y crítica jocosa frente al poder establecido.
Ante una
situación insostenible de carestía de la vida, que hacía que los trabajadores
estuvieran literalmente al borde del hambre, las comparsas se lo tomaban, con
buen humor y mala leche, cantando coplas como ésta: Venimos de hacer la compra/váyanse ustedes fijando/echando betún y
espuma porque esto es un escándalo./ Sólo verdura traemos porque está todo tan
caro/ que hoy el obrero no puede comer más que berza y nabo./ El pescado y la
carne, tocino, magro y chorizo/ ya ni sé el tiempo que hace que no hemos comido/
en cambio de comer sopa, patata y sangre/ estamos ya más cansados que un burro
de pasar hambre. También se referían a las numerosas huelgas con que los
obreros trataban de mejorar sus penosas condiciones laborales, cantando de esta
forma: Somos los huelguistas, míseros
hambrientos/ como no comemos se nos lleva el viento. / Cargados de piedras
tenemos que ir/ si no nos verían volar
por ahí. / Ayer comimos, voy a decir/
una alpargata y un calcetín/ hoy comeremos, como es razón/ las varillas del
paraguas de la suegra del director.
Hoy
en día -tal vez por tanta caja tonta y tanta Internet- ya no se hacen coplas de
este tipo. Las comparsas han perdido esa ironía saludable y faltona que hizo
famoso a nuestro carnaval. Aunque, quién sabe, tal vez ahora que la crisis
aprieta otra vez, el carnaval resurja de nuevo y Don Carnal vuelva a mostrar su
rostro más auténtico.