martes, 28 de febrero de 2012

PARAISO FORAL


Con el cambio de gobierno en la diputación hemos sabido que el tenista  Rafa Nadal tributaba en Guipuzkoa para pagar menos impuestos. El caso es interesante, más allá de las ilegalidades que se hayan podido cometer, porque saca a la luz el tema de la fiscalidad en Euskadi.

Excepto algún grupúsculo españolista radical, aquí nadie pone en cuestión  la soberanía fiscal de los territorios históricos. Basta ver como, a lo largo de la historia, tanto liberales, como conservadores, carlistas, nacionalistas, socialistas… han defendido los fueros desde sus distintas posiciones. Además, es imposible negar, que la relativa prosperidad de que  ha disfrutado el País Vasco, tiene mucho que ver con el autogobierno en materia fiscal. Sin embargo, otra cosa bien distinta es el contenido de esa soberanía tributaria, pues ahí las diferencias son notables.
Simplificando mucho, la discrepancia principal estriba en decidir si es mejor aumentar la presión fiscal a las rentas del capital, para mantener  el Estado del Bienestar; o si es preferible mantenerla como está -o reducirla aún más- para atraer capitales. Es decir, salvando las distancias, apostar por un modelo de socialdemocracia a la escandinava, o bien  por un paraíso fiscal más parecido a la Confederación Helvética.
El problema del “paraíso foral” -además de consideraciones éticas y de justicia social- es que, vistas las resoluciones del Tribunal de Justicia Europeo sobre las “vacaciones fiscales” vascas,  no parece que Europa esté dispuesta a consentirlo. De hecho, los paraísos fiscales son “países de opereta” que están ligados y protegidos por grandes potencias: Gibraltar con Gran Bretaña, Mónaco con Francia... A no ser, que queramos convertir Euskadi en el lugar donde lavan su dinero las grandes fortunas especulativas españolas; deportistas de élite incluidos: presuntamente dopados, pero con seguridad forrados.