martes, 7 de febrero de 2012

RECORTES SOCIALES


Es cierto que, para entender la situación actual de recortes sociales, no podemos obviar el pasado. Es verdad que aquellos vientos de megalomanía constructora y especulación -la época de las ideas de bombero- trajeron estos lodos de austeridad. Pero es una verdad a medias, porque la situación de crisis no es sólo causa sino también excusa para poner en marcha medidas que las élites económicas llevan firmemente impresas en su ADN ideológico. Me refiero a las políticas de recorte social, a las privatizaciones…, en suma, al adelgazamiento del Estado del Bienestar hasta su virtual desaparición.


La austeridad presupuestaria es sin duda saludable en tiempos de crisis, pero parece obvio que no lo es paralizar cualquier tipo de gasto e inversión pública. El debate se sitúa entonces en qué gastos recortar y en cómo aumentar los ingresos.  Es urgente, es ese sentido, adoptar medidas quirúrgicas para atajar el fraude fiscal de las grandes fortunas, que supone el 70% del total del fraude. Del lado del gasto,  la política de “hacer más con menos”, aunque es correcta sobre el papel, aplicada al empleo de la manera en que se está haciendo, aumenta el número de personas en paro y afecta a la calidad de los servicios. Está bien recortar en gastos superfluos, sueldos desmesurados, o infraestructuras inútiles y/o perjudiciales para el medio ambiente; pero no en actividades de utilidad social. Por ejemplo, en Gasteiz, la no renovación de los convenios del ayuntamiento con distintas asociaciones, acaba -o casi- con el llamado cuarto sector, que realizaba un trabajo socialmente útil y mantenía numerosos puestos de trabajo. Además, como sus funciones no son llevadas a cabo por trabajadores de la administración pública -que por el contrario ven como son reducidas sus plantillas- las tareas quedarán sencillamente sin hacer. En resumen, más paro y menos servicios públicos.