lunes, 29 de octubre de 2012

¿Y DESPUÉS DE LAS ELECCIONES QUÉ?


Las últimas elecciones al parlamento de la CAV, han deparado sensaciones agridulces a quienes apostaban por un cambio social desde el soberanismo. Quizá las expectativas, tras sucesivas contiendas electorales de aumento importante del voto, estaban demasiado altas; pero la mayoría de sus simpatizantes esperaba unos mejores resultados de la coalición EH BILDU.
 A pesar de la consolidación electoral en el conjunto del territorio -sobre todo en Álava donde se consolida un verdadero cambio sociológico- la aritmética electoral dificulta en gran medida que la coalición de izquierdas soberanistas ocupe ese deseado espacio de centralidad, que permite mayorías de bloqueo en alguno de los tres grandes ejes de la política vasca: las políticas sociales y económicas, el avance hacia la soberanía y el proceso de paz. En el primer eje, escaso consuelo supone  pensar que, con un par de escaños más, o incluso con algún escaño desde “izquierda desunida”, las cosas hubieran cambiado de forma notable.

Respecto al avance hacia la soberanía política, está por ver la postura del PNV; pero está claro que tendrá manos libres para modular los ritmos a su conveniencia; probablemente, como ya ha anunciado, ralentizándolos más que acelerándolos.
Desde luego, en el otro gran tema de la política vasca, el proceso de paz y normalización, estos resultados sí suponen un avance indudable, pues se arrincona de forma importante a quienes han defendido posturas maximalistas en este campo.
¿Y ahora qué? Una vez descartada la posibilidad -o según como se mire despejado el espejismo- de cambiar las políticas sociales y nacionales desde el parlamento, o incluso desde el gobierno. ¿Hacia dónde encaminarnos?
En mi opinión, es preciso resituar la estrategia volviendo a priorizar las luchas en la calle, en las empresas, en la realidad cotidiana...; y convertir el importante grupo parlamentario de EH BILDU en un altavoz de estas luchas, para fortalecerlas, y a la vez fortalecer su alternativa política de cara a posteriores contiendas electorales (próxima estación Navarra). Es decir, ejercer de oposición con mayúsculas: a los previsibles recortes, privatizaciones, infraestructuras inútiles, precarización creciente… De esta forma, se podrá mantener la sintonía con las bases y continuar creciendo desde la izquierda, sumando fuerzas con los sectores sociales descontentos, que irán en continuo aumento, atrayéndolos al polo de izquierdas soberanistas.
Podría parecer que es ésta un estrategia demasiado defensiva, y así sería si no atendiéramos también –apoyándolas- a las alternativas que surgen, desde abajo y a la izquierda: en la economía, la cultura,  la vida cotidiana...
Desarrollar alternativas  en campos como la soberanía alimentaria, las nuevas formas de economía solidaria, cooperativas, banca ética, nuevas formas de organizar la economía desde un punto de vista feminista y ecológico… es imprescindible.
Además, es posible desde ahora mismo apoyar estas iniciativas desde las instituciones donde se gobierne; teniendo claro que no será posible desarrollarlas al cien por cien de la noche a la mañana, sino que hará falta tiempo y paciencia revolucionaria para hacerlo.
De la misma manera, en las instituciones en que se gobierne habrá que mantener posturas coherentes en la defensa de los derechos sociales, y en la defensa del medio ambiente (Ama Lurra) aunque en ocasiones ello pueda reportar pequeños descensos electorales a corto plazo.
La agudización de las crisis económica, ecológica y energética… acabará dando la razón a quien ha mantenido posturas coherentes para hacerles frente. Los partidos del “régimen”, por el contrario, continúan confiando en un próximo ciclo de crecimiento económico que solucionará los problemas y para el que aseguran hay que prepararse. Sin embargo, aun no siendo descartables repuntes “favorables” de la economía, al coste -eso sí- de un aumento de la precarización, las desigualdades, y de la perdida de derechos sociales; somos cada vez más quienes pensamos que estamos ante una crisis sistémica, una crisis del modelo de crecimiento (desarrollismo) que se enfrentará a ciclos económicos cada vez más cortos y crisis económicas cada vez más frecuentes. Además, este modelo de crecimiento se encuentra también ante sus propios límites estructurales: el progresivo agotamiento de los combustibles fósiles y la pérdida creciente de biodiversidad, incluida la amenaza global que supone el cambio climático.
Ante todo ello, los adalides del sistema nos proponen dos caras de una misma moneda: austeridad (empobrecimiento) para la mayoría y bonanza para unos pocos; o bien confianza ciega en el crecimiento económico
 -sin poner en cuestión el sistema capitalista ni tener en cuenta sus límites- como única forma de superar la crisis y volver al “Estado del Bienestar”.
Frente a estas falsas salidas, debemos reinventar la política y la economía en parámetros de participación (democracia) sostenibilidad y justicia social; oponernos con la movilización y desarrollando herramientas de desobediencia civil a la “revolución” neoliberal; y, además, ser capaces de comunicar adecuadamente nuestras propuestas. Es decir, dar la batalla ideológica, en la calle y también desde los medios de comunicación: los propios e incluso los ajenos.
Tener la inteligencia política suficiente para hacerlo es la gran apuesta que tenemos para el futuro, en Euskalherria y en el mundo.  

Juan Ibarrondo (Gasteiz 27/10/2012)