Una vez asumido por la inmensa mayoría de la clase política, y la propia ciudadanía, el hecho de que estamos en un nuevo tiempo tras el fin definitivo de ETA, es el momento de volver la vista atrás y tratar de analizar el conflicto armado durante las cinco décadas en que ha tenido lugar. Será inexcusable hacerlo, aunque sólo sea para hacer frente a las interpretaciones unívocas que tratan de imponerse desde fuerzas poderosas en el Estado Español. Trataré aquí de dar algunas pautas sobre los temas más relevantes que se verán sujetos a controversia.
Lo primero que habría que reafirmar, a pesar de lo obvio que pueda parecer, es la existencia de un conflicto político previo a la violencia de ETA, del que ésta es consecuencia. Si negamos la existencia de ese conflicto político, simplemente ocultaremos un hecho, evidente y constatable, que nos ayuda a entender sus consecuencias, entre las que se encuentra la lucha armada de ETA. Otra cosa es el debate sobre si el conflicto político justificaba la acción de ETA, pero si negamos la existencia misma del conflicto nos atascaremos en un callejón sin salida.