Hoy, confiando en el sentido del humor de la audiencia de
Hala Bedi, me permitiré frivolizar un poco con un tema de habitual tan serio
como la política vasca.
En la galaxia soberanista vasca existen dos sistemas
estelares principales: el sistema solar partidario y el sistema solar sindical.
El primero, el sistema solar partidario, lo forma un estrella nova -o supernova según
que fuentes consultemos- alrededor de la cual giran cuerpos celestes menores,
más o menos alejados de la estrella principal, que tiende a atraerlos hacia sí
gracias a su masa crítica mayor.
En el sistema solar sindical, en cambio, existen dos
estrellas cuasi gemelas -pues una es algo mayor que la otra- que se atraen
entre sí o se repelen según las órbitas por donde transitan. Alrededor de las
dos gemelas desiguales, orbitan, a mayor o menor distancia: cometas, asteroides
y estrellas enanas con cierta autonomía orbital.
Esta diferencia entre los dos sistemas provoca
disfunciones en el conjunto de la galaxia, que pueden poner en peligro su
estabilidad cósmica. Porque, al contrario de lo que pensaban los astrónomos de
la antigüedad -en su idea de la armonía de las esferas celestes- hoy sabemos
que el universo cambia continuamente y podrían ocurrir fenómenos imprevistos,
según asegura por lo menos la teoría del caos. Incluso, según la teoría
quántica, puede suceder que un cuerpo celeste, al igual que las partículas
elementales que lo forman, esté en dos sitios a la vez. De forma que podría
pasar de todo: que las dos estrellas sindicales se fusionen en una nova, que
colisionen entre sí y formen un agujero negro, o vaya usted a saber que más.
En el otro sistema, el solar partidario, a pesar de su
aparente estabilidad, las posibilidades también tienden al infinito: tal vez
las estrellas enanas ganen masa y provoquen desajustes en la órbita de la nova
mayor, o puede que se alejen unas de otras en órbitas cada vez más lejanas, o
también -como en el caso anterior- que colisionen y provoquen un agujero de
gusano que distorsione el espacio tiempo de la política.
Mientras tanto, en una galaxia muy muy cercana, hace
tiempo que un gran agujero negro se expande por el espacio. Un agujero negro,
que, como sabemos desde que Stephen Hawking lo explicó desde su super-silla de
ruedas computerizada, tiende a absorber cualquier objeto que se acerque a su
centro de gravedad; y que, una vez atrapado de esa forma, ni siquiera la luz es
capaz de escapar de él.