martes, 29 de mayo de 2012

LANBIDE


Si pasan ustedes cualquier día, a eso de las nueve de la mañana, por las oficinas de LANBIDE de Gasteiz, se les caerá el alma a los pies. Decenas de personas: ancianos, madres con niños, emigrantes y autóctonos… haciendo cola en la calle -algunos durante muchas horas- a la espera de que abran las oficinas para poder coger un número que les permita tramitar sus expedientes. Un proceso que se alarga, en muchos casos, durante meses y meses.


La situación se agravó desde que algunas de las funciones de bienestar social, que hasta entonces realizaba el Ayuntamiento, fueron trasferidas a LANBIDE. Una decisión, que siendo moderados podríamos calificar de precipitada, y de irresponsable a tenor de las consecuencias que ha ocasionado. A partir de entonces, los preceptores de ayudas y subsidios, han asistido atónitos al habitual cruce de acusaciones entre instituciones y partidos sobre quién es el culpable de la situación. Los propios trabajadores de LANBIDE  han denunciado el actual estado de cosas, y las personas usuarias simplemente ya no pueden más. Para completar semejante coctel, aparece en escena cierta multinacional que, según parece, está subcontratada para gestionar los nuevos expedientes de la RGI; con lo que no hay forma de que los usuarios puedan tener información sobre ellos.
A uno le queda la duda de si semejante desastre se debe a simple ineficacia, o persigue el objetivo inconfesable de tratar de evitar -o alargar en el tiempo- el pago de las prestaciones. Lo que sí está claro es que atenta contra los derechos, como ciudadanos y usuarios de la administración pública, de las personas en situación de pobreza. Porque la pobreza no es un delito, y las administraciones públicas deben hacer todo lo posible para erradicarla; pero, por supuesto, desde el  respeto a los derechos de los afectados por una situación de la que  no son responsables sino víctimas.