sábado, 19 de mayo de 2012

REHENES DEL PASADO Y ALGO MÁS.


En relación a los últimos acontecimientos sobre “el conflicto vasco” podríamos decir que se han dado algunos pasos, pero que estos son demasiado tímidos para las expectativas de la mayoría de la sociedad vasca, y para los actores internacionales que se interesan por el tema. Se podría hablar de esperanza moderada, aunque los obstáculos más importantes para desbloquear el proceso continúan ahí.

Si bien es verdad que el plan del gobierno español para la reinserción de los presos supone un pequeño avance sobre el total inmovilismo que había hasta ahora (eliminado un condición bastante extravagante como era la petición de perdón) también es cierto que, por otro lado, siguen los juicios políticos a militantes de la izquierda abertzale, que continúa inexplicablemente ilegalizada, aunque, paradójicamente, ostente importantes responsabilidades institucionales.
Da la sensación de que el gobierno del Partido Popular continúa preso de un discurso del pasado, que de tanto repetirlo, resulta difícil de desmentir (aunque sin duda en otras cuestiones los remilgos no son tantos). Por otra parte, los sectores más “ultras” del PP continúan teniendo un peso importante en el partido y dificultan todavía más cualquier avance hacia la resolución definitiva del conflicto. Resulta inquietante en ese sentido la posibilidad de que el gobierno utilice su “firmeza” en este tema para tapar la serie de desastres que se le vienen encima en temas económicos y sociales.
Desde el campo de ETA, sin duda se han dado pasos importantes en los últimos tiempos, como la disposición al desarme con verificación internacional. También, tal vez como respuesta al tímido paso dado por el gobierno, la renuncia a defenderse con las armas ante posibles detenciones. Por su parte, la izquierda abertzale continúa firme en el camino marcado en la conferencia internacional de Aiete, a pesar de las presiones judiciales y policiales a las que se ve sometida.
Uno de los temas claves, como es el carácter colectivo o individual de la reinserción de los presos, tiene una interpretación más política que práctica, pues es difícil sostener desde el gobierno -más allá de la retórica- que sería negativo el hecho de que todos los presos (o la gran mayoría) aceptaran el proceso de reinserción, con lo que ya estaríamos hablando de salida colectiva. Que sean churras o merinas es lo de menos mientras se produzca la progresiva excarcelación de los reclusos. Lo mismo se podría decir del carácter político o delincuencial de la organización armada (aunque desde un punto de vista objetivo parece innegable el sentido político de la actividad de ETA, más allá de si se está de acuerdo o no con su actuar a lo largo de las décadas de lucha armada).
Lo que ciertamente  no es de recibo es que se mantengan medidas de excepción sobre los presos, y no se cumpla la legalidad penitenciaria sobre temas como la excarcelación de presos enfermos, el cumplimiento de penas cerca de su lugar de origen, la libertad condicional cumplidas tres cuartas partes de las penas… como sucede con el resto de los reclusos. Mantener esas medidas en un contexto en el que ETA ha renunciado unilateralmente y de manera definitiva a la violencia, y ha anunciado su disposición a desarmarse incondicionalmente, es sencillamente utilizar a los presos de ETA (por no hablar de los presos encarcelados por razones estrictamente políticas) como rehenes.
Podría existir una razón escondida para ello, más allá de lo apuntado anteriormente, y es la intención de ciertas fuerzas oscuras del Estado Español de descarrilar el proceso de paz, fomentando una escisión en ETA, y en la propia izquierda abertzale, aunque por lo menos de momentos no parece que vayan a conseguirlo.
Por otra parte, hablando en términos estrictamente políticos, la utilización de las personas presas como rehenes trata de desgastar políticamente las posibilidades electorales de la coalición soberanista y de izquierdas ante los próximos comicios autonómicos.
Podría incluso aventurarse -aunque desde luego espero que las cosas no deriven de ese modo- que los presos puedan utilizarse como moneda de cambio ante una previsible (por lo menos así lo dicen las encuestas) victoria electoral de Amaiur en las elecciones autonómicas y su menos previsible (aunque no descartable) llegada a Ajuria Enea; Se trataría de esa forma de condicionar a la baja los pasos que se puedan dar hacia la independencia -o una mayor soberanía económica y social- desde las fuerzas soberanistas; algo que sería en cualquier caso inaceptable para estas últimas.
Afortunadamente, es de esperar que la presión de la sociedad vasca, que apuesta muy mayoritariamente por una salida democrática y dialogada al conflicto; la presión internacional que va ganando peso; el apoyo de los sectores progresistas de la sociedad española… desbaraten estas intenciones –si es que existen- y se pueda avanzar en el proceso de paz desde parámetros de racionalidad. Los mismos que han guiado hacia la paz a otros conflictos en ocasiones más enconados y complejos que el nuestro.

Juan Ibarrondo
(Periodista y escritor)