lunes, 14 de mayo de 2012

ALDEANOS


La actitud de los ciudadanos de Vitoria hacia los habitantes de los pueblos de la provincia ha sido, tradicionalmente, una mezcla de desconfianza y desprecio. Tanto es así que esta actitud ha llegado al lenguaje común y la expresión: “no seas aldeano” es buena muestra de desprecio hacia los campesinos. En cuanto a la desconfianza, ahí está el refrán popular que reza “al aldeano y al gorrión, perdigón”. Sin embargo, las tornas están cambiando.

Mientras el sector primario sufre un reflujo sin precedentes, la percepción de los ciudadanos sobre los campesinos mejora sustancialmente; paradojas de la vida. También los propios aldeanos están cambiando y, por suerte, cada vez vemos más iniciativas -aunque todavía minoritarias- que señalan  un cambio en positivo de las prácticas agrarias. Una de los motivos de este cambio es el relevo generacional, aunque todavía a todas luces insuficiente, y la aparición de agricultores jóvenes con ganas de reactivar el sector desde una perspectiva sostenible, tanto en lo económico, como en lo social y medioambiental. Las cooperativas de autoconsumo o los mercados locales, como   -entre otros- el que tiene lugar todos los primeros domingos de mes en Valdegobia, son buen ejemplo de ello. También las buenas prácticas agrarias y ganaderas que EHNE impulsa en la zona de Orduña, o el cada vez mayor auge que tienen los huertos ecológicos urbanos en Gasteiz.
Iniciativas como estas, y el conjunto del sector, necesitan como agua de mayo -tanta como la que ha caído de los cielos este año- ayudas públicas, como, por ejemplo, la creación de un banco público de tierras. En mi opinión, resultará más rentable inyectar dinero público a ese banco que a los bancos al uso; pues como dice el proverbio indígena “cuando sea cortado el último árbol, pescado el último pez, y desparecido el último río, el hombre descubrirá que el dinero no se come”.