En
la anterior convocatoria de huelga general en Euskalherria, ya escribí que era
necesario actualizar ese vetusto método de protesta. La huelga general es, sin
duda, un instrumento potente para mostrar el descontento de una parte importante
de la población, la que responde a la definición clásica del trabajador
asalariado. Sin embargo, ya sabemos desde hace mucho que la conocida como “fábrica
fordista” (donde la producción se localizaba en un espacio concreto y bajo unas
relaciones laborales más o menos reguladas) va dejando paso paulatinamente a la
llamada “fábrica difusa”(con la deslocalización espacial de la producción y la
desregularización de las relaciones laborales).
De este modo, aparece una
inmensa minoría de personas -en constante aumento- que producen y reproducen la
sociedad y la vida fuera del espacio clásico del trabajo asalariado. El reto de
las resistencias actuales -ante esta ofensiva neoliberal contra las personas y
la vida en beneficio del capital y la muerte- es precisamente conseguir que esa
inmensa minoría de la que hablábamos participe de forma importante en
ellas.
Para
conseguir ese objetivo es necesario, por un lado, actualizar los mecanismos de
protesta. Esa actualización puede ser en realidad una reactualización de
métodos ya utilizados, como la ocupación (ahora casi inexcusable ante la
ingente cantidad de casas, e infraestructuras públicas, vacías que ha
ocasionado la explosión de la burbuja inmobiliaria y constructiva); el
autoabastecimiento por ejemplo todo el movimiento de huertos urbanos y “vuelta
al campo”, o la expropiación de bienes de primera necesidad en grandes
superficies comerciales; los diversos impagos que se pueden organizar en el
transporte, las telecomunicaciones, la energía eléctrica, alquileres abusivos…
Otros son más novedosos, aunque ya no tanto, como la interrupción de los flujos
de mercancías reales o virtuales, que puede realizarse de diversas maneras,
desde el corte de ruta a la Argentina, a la info-lucha de Anonimous. Así mismo,
la ocupación de la calle puesta en marcha a partir del 15M puede ser también otra forma
importante de protesta para esas “multitudes” que no responden ya
necesariamente a la definición de “trabajador asalariado sindicado”. También las acciones de autodefensa contra los
desahucios, o frente a la persecución policial contra los emigrantes sin
papeles. O las propuestas de huelga de consumo, o la de huelga en casa
propuesta desde el movimiento feminista.
Como
hemos visto en estos últimos años, y de forma acentuada desde que estalló la
crisis en USA y la UE, las nuevas formas de protesta social son ya algo más que
entelequias intelectuales y se han constituido como realidades en numerosos
lugares del mundo.
Por
otra parte, los propios actores -quienes organizan las protestas- deben también
cambiar. Si la economía es demasiado importante para dejarla en manos de los
economistas, las nuevas huelgas exceden también a sus actores clásicos, los
grandes sindicatos mayoritarios. Es necesario que los movimientos sociales se
sumen de forma activa a las “nuevas huelgas” y desborden los marcos actuales de
protesta poniendo de relieve sus objetivos y métodos. Si los sindicatos, son
capaces de articularse con estos movimientos, sin afanes dirigistas, la
capacidad de respuesta de las “nuevas huelgas” aumentará exponencialmente. Ello
exigirá también una renovación de las propias estrategias sindicales, un camino
que algunos han comenzado tímidamente a recorrer, y que otros parecen descartar
de antemano. Estos últimos (y aquí me refiero sobre todo a los grandes
sindicatos españoles CCOO y UGT) sólo aspiran
a gestionar (o como mucho dulcificar) los cambios brutales que los poderes
económicos y financieros tratan de imponer, renunciando así a cualquier
estrategia de confrontación y resistencia.
En todo caso, no es descartable tampoco que las propias bases de estos
sindicatos, ante la que está cayendo, desborden a sus dirigentes y acaben
uniéndose a las protestas sociales que seguramente irán en aumento a la par que
los recortes. La huelga del 29J puede ser un buen termómetro para conocer la
temperatura de los diferentes actores en juego. En Euskalherria parecen haberse
dado algunos avances en el sentido de la participación de los movimientos
sociales, avances tímidos y con sus contradicciones, que será necesario ir
superando si queremos que la huelga general no quede reducida a una expresión
de descontento meramente simbólica; cuando no a un objetivo en si mismo para
escenificar la identidad sindical, cada vez más en entredicho en la sociedad.
Juan
Ibarrondo.