Quisiera comenzar este artículo aclarando mi perspectiva. Es decir, el lugar desde donde miro e
interpreto los últimos acontecimientos en el Estado Español. Ese lugar no es
otro que mi realidad más cercana: Euskalherria. Desde luego, tampoco sería de recibo separar lo que sucede
en uno y otro lugar de forma radical, pues es evidente que vivimos en un mundo
cada vez más interdependiente y los acontecimientos mundiales, europeos y españoles
afectan sin lugar a dudas a lo que aquí acontece y viceversa. Pero una cosa es
reconocer esa interdependencia, y otra fijar una perspectiva desde donde
desarrollar el análisis y el activismo político.
Cuando el 15 de mayo
de 2011 vimos por la tele como miles de madrileños y madrileñas tomaban la
Puerta del Sol, mucha gente de aquí nos enamoramos de aquel movimiento.
En parte fue porque,
en ese tiempo, en Euskalherria nos
encontrábamos inmersos en una batalla por los derechos civiles y democráticos
que tenía algunos rasgos similares con lo que pasaba en Madrid y otras ciudades
del Estado Español. Así, mientras en Sol
se reunía el descontento social de la capital española, en el Arenal bilbaíno
miles de personas de diverso pelaje político y social se concentraban a la
espera de saber si finalmente Bildu podía presentarse a las elecciones
municipales y forales, con la intención de quedarse allí hasta conseguir una
respuesta positiva. En esos momentos se
produjo una conexión mental solidaria que todavía se mantiene viva.
A partir de ahí, los
acontecimientos comenzaron a divergir. Desde un punto de vista electoral, en el Estado Español
(incluidas Galicia y especialmente Cataluña) se produjo un importante avance de
la derecha, fundamentalmente el PP (también CIU en Cataluña) que una vez ocupado
el poder político comienza a profundizar en el desmantelamiento del llamado
estado del bienestar, con recortes sociales, reforma laboral… que ya se había
iniciado con el gobierno del PSOE.
En el País Vasco, en cambio, el avance se da por la izquierda, con los espectaculares
resultados de Bildu (luego de Amaiur) que amenazan la pretendida hegemonía
absoluta de los tres grandes partidos tradicionales PNV PSE PP. La irrupción de Bildu hace bascular la
política vasca hacia posiciones menos extremas que las de la española en temas
sociales; sobre todo, en la escenificación de las posiciones de cada cual: por
ejemplo aquí sólo el cuarto partido en
la CAV (el PP con una representación popular minoritaria) apoya la reforma
laboral. Se podría pensar que en Euskadi tenemos una derecha algo más
civilizada que en España, quizá condicionada por una sociedad más movilizada en
defensa de sus derechos; pero no debemos olvidar el caso de CIU, que cuado ve
amenazados sus beneficios entra como elefante en cacharrería a recortar todo lo
habido y por haber. Es muy probable que el PNV,
a pesar de cierta tradición social cristiana, reaccione de la misma
manera si la situación económica (de momento algo mejor que la española) así lo
exigiera. De hecho, son los sectores más neoliberales quienes ganan cada vez
más poder en ese partido. Tampoco es del
todo descartable, aunque difícil, que el PNV, si lo ve necesario, pacte con el
PP en determinados temas. En la otra parte del espectro político, un PSE en
horas muy bajas, comienza a hacer guiños a Bildu (por ejemplo en el tema de la
fiscalidad) aunque igual que en el caso anterior se antoja muy complicada, por
lo menos de momento, una alianza entres ambas formaciones políticas. Otra posibilidad, quizá más probable
que las anteriores es la reedición del pacto PNV PSE, a pesar de las
cuchilladas que se propinan en estos momentos. O incluso un gobierno en minoría
de Bildu, si gana con nitidez las elecciones en la CAV. En resumen, en el plano
político, tanto en la CAV como en Navarra, las opciones están muy abiertas en
contraste con el aspecto monocolor que se da en el resto del Estado.
En el plano sindical, también la situación diverge de forma
importante. Los sindicatos mayoritarios
en el Estado sufren en Euskalherria un proceso de desgaste muy importante
frente a la mayoría sindical vasca (los que en los medios de comunicación
españoles llaman sindicatos nacionalistas) que avanza posiciones de forma
importante amenazando con la marginalización de los dinosaurios estatales. En el Estado Español, también estos grandes
sindicatos se ven desbordados, pero en este caso no por una alternativa
sindical sino por movimientos sociales y mareas sectoriales, que rebasan las
estrategias pactistas de UGT y CCOO ahora agotadas. Por su parte, la mayoría
sindical vasca, si bien es verdad que mantiene posiciones mucho más combativas
que la española, adolece también de los problemas comunes a todo el
sindicalismo europeo: burocratización y alejamiento de los sectores sociales -en
constante aumento- fuera de la definición clásica de trabajador asalariado con
empleo estable. Además, en contraste con lo que sucede en el Estado español, en
Euskalherria se produce un preocupante debilitamiento de los movimientos
sociales que tradicionalmente gozaban de una fuerza importante; tal vez
como efecto indeseado del avance de la Izquierda Abertzale y sus aliados
soberanistas que provoca cierta delegación en la política. También por el
agotamiento de un cierto modelo de movimiento social que no es capaz (como en
el caso de los sindicatos) de adaptarse a las nuevas realidades sociales. De
cualquier manera, la hegemonía de la mayoría sindical vasca se ha visto de
forma clara en la huelga general del 29M, al tomar el liderazgo de una protesta
a la que sólo posteriormente se sumaron CCOO y UGT. A la hora de escribir este artículo todavía no lo sabemos con
seguridad, pero todo apunta a que la huelga en Euskalherria será histórica.
También se ha dado en esta ocasión un esperanzador (aunque
de momento insuficiente) movimiento de articulación de la estrategia sindical
con los movimientos sociales. En
parte con la asunción por parte de la mayoría sindical vasca de la huelga de
consumo, u otras estrategias minoritarias pero novedosas como la huelga
simbólica de cuidados en las casas…. y sobre todo por la participación de
plataformas en defensa de los derechos sociales, y otros movimientos, en la
huelga del 29M con algo más de protagonismo que en ocasiones anteriores. En
cualquier caso, el peso muerto de los sindicatos todavía lastra demasiado las
nuevas propuestas.
Terminaré diciendo
que, desde Euskalherria, quienes apostamos por un cambio en el modelo social,
vemos con rabia la represión gubernamental contra nuestros hermanos de clase y
querencia en las calles de Madrid, Barcelona… Frente a ello, apelamos a la solidaridad y la ternura entre
los pueblos contra un enemigo común e implacable. Un llamamiento al encuentro
desde el amor y la rabia.
Juan Ibarrondo
(Escritor y
periodista)