lunes, 26 de marzo de 2012

LAS OTRAS “HUELGAS”


En la anterior convocatoria de huelga general en Euskalherria, ya escribí que era necesario actualizar ese vetusto método de protesta. La huelga general es, sin duda, un instrumento potente para mostrar el descontento de una parte importante de la población, la que responde a la definición clásica del trabajador asalariado. Sin embargo, ya sabemos desde hace mucho que la conocida como “fábrica fordista” (donde la producción se localizaba en un espacio concreto y bajo unas relaciones laborales más o menos reguladas) va dejando paso paulatinamente a la llamada “fábrica difusa”(con la deslocalización espacial de la producción y la desregularización de las relaciones laborales).

De este modo, aparece una inmensa minoría de personas -en constante aumento- que producen y reproducen la sociedad y la vida fuera del espacio clásico del trabajo asalariado. El reto de las resistencias actuales -ante esta ofensiva neoliberal contra las personas y la vida en beneficio del capital y la muerte- es precisamente conseguir que esa inmensa minoría de la que hablábamos participe de forma importante en ellas. 
Para conseguir ese objetivo es necesario, por un lado, actualizar los mecanismos de protesta. Esa actualización puede ser en realidad una reactualización de métodos ya utilizados, como la ocupación (ahora casi inexcusable ante la ingente cantidad de casas, e infraestructuras públicas, vacías que ha ocasionado la explosión de la burbuja inmobiliaria y constructiva); el autoabastecimiento por ejemplo todo el movimiento de huertos urbanos y “vuelta al campo”, o la expropiación de bienes de primera necesidad en grandes superficies comerciales; los diversos impagos que se pueden organizar en el transporte, las telecomunicaciones, la energía eléctrica, alquileres abusivos… Otros son más novedosos, aunque ya no tanto, como la interrupción de los flujos de mercancías reales o virtuales, que puede realizarse de diversas maneras, desde el corte de ruta a la Argentina, a la info-lucha de Anonimous. Así mismo, la ocupación de la calle puesta en marcha a partir  del 15M puede ser también otra forma importante de protesta para esas “multitudes” que no responden ya necesariamente a la definición de “trabajador asalariado sindicado”.  También las acciones de autodefensa contra los desahucios, o frente a la persecución policial contra los emigrantes sin papeles. O las propuestas de huelga de consumo, o la de huelga en casa propuesta desde el movimiento feminista.
Como hemos visto en estos últimos años, y de forma acentuada desde que estalló la crisis en USA y la UE, las nuevas formas de protesta social son ya algo más que entelequias intelectuales y se han constituido como realidades en numerosos lugares del mundo.
Por otra parte, los propios actores -quienes organizan las protestas- deben también cambiar. Si la economía es demasiado importante para dejarla en manos de los economistas, las nuevas huelgas exceden también a sus actores clásicos, los grandes sindicatos mayoritarios. Es necesario que los movimientos sociales se sumen de forma activa a las “nuevas huelgas” y desborden los marcos actuales de protesta poniendo de relieve sus objetivos y métodos. Si los sindicatos, son capaces de articularse con estos movimientos, sin afanes dirigistas, la capacidad de respuesta de las “nuevas huelgas” aumentará exponencialmente. Ello exigirá también una renovación de las propias estrategias sindicales, un camino que algunos han comenzado tímidamente a recorrer, y que otros parecen descartar de antemano. Estos últimos (y aquí me refiero sobre todo a los grandes sindicatos españoles CCOO y UGT)  sólo aspiran a gestionar (o como mucho dulcificar) los cambios brutales que los poderes económicos y financieros tratan de imponer, renunciando así a cualquier estrategia de confrontación y resistencia.  En todo caso, no es descartable tampoco que las propias bases de estos sindicatos, ante la que está cayendo, desborden a sus dirigentes y acaben uniéndose a las protestas sociales que seguramente irán en aumento a la par que los recortes. La huelga del 29J puede ser un buen termómetro para conocer la temperatura de los diferentes actores en juego. En Euskalherria parecen haberse dado algunos avances en el sentido de la participación de los movimientos sociales, avances tímidos y con sus contradicciones, que será necesario ir superando si queremos que la huelga general no quede reducida a una expresión de descontento meramente simbólica; cuando no a un objetivo en si mismo para escenificar la identidad sindical, cada vez más en entredicho en la sociedad.


Juan Ibarrondo.